Se cree que la risa alarga la esperanza de vida. Se han dado casos en los que la risa ha provocado la muerte, ya que puede provocar derrames cerebrales, paradas cardíacas, asfixia y aneurismas cerebrales. Una persona con un defecto cardíaco congénito, por ejemplo, necesita vigilar cuánto dura su risa. No hacerlo puede ser fatal. He aquí algunos casos en los que la risa ha provocado la muerte de una persona.
Alex Mitchell, albañil del Reino Unido, murió repentinamente en 1975. Sucedió a raíz de ver su programa favorito, The Goodies. El corazón del pobre hombre no pudo soportar las intensas risas que acompañaron al espectáculo. Al cabo de un tiempo, los editores del programa recibieron una carta de la mujer de Alex. Dio las gracias a los creadores del programa por hacer que los últimos momentos de la vida de su marido fueran los más felices de todos.
Oli Bentzen, médico que vivió y trabajó en Dinamarca, falleció en 1988. El motivo fue la película Un pez llamado Wanda, que hizo que Oli se riera sin parar, lo que le provocó un infarto.
Damnoen Saen-Ama, un tailandés, murió a consecuencia de una insuficiencia cardíaca, provocada por reírse mientras dormía. Testigo del incidente fue su esposa, que hizo todo lo posible por despertar a su marido, pero no lo consiguió. Tras unos minutos de risas, el corazón de Damnoen se detuvo.
Un granjero que vivía en Indiana falleció en 1893 a causa de una risa desenfrenada. La causa de las risas fue una broma de un conocido, que duró cerca de una hora. El resultado fue una parada cardíaca.
En el siglo V a.C. vivía en Grecia un hombre llamado Zeukis, famoso por su extraordinario talento artístico. A menudo se le acercan clientes que le piden que pinte su retrato. Un día recibió un encargo muy inusual: le pidieron que retratara a una mujer muy anciana como Afrodita. Esto provocó la risa y la carcajada del artista. Durante una media hora no pudo aguantar su risa incontrolable, tras lo cual murió.
En 1660, Carlos II llegó al poder en Inglaterra. Este acontecimiento provocó la muerte de un noble llamado Thomas Castle de Arcarta. Sucedió después de que el caballero recibiera la noticia del nuevo rey y no pudiera hacer frente a un salvaje ataque de risa, lo que provocó el fatal desenlace.
Otro rey, Martín I, fue él mismo víctima de su bufón de la corte, Bor, que vivió en 1410. Este último no deseaba en absoluto la muerte del rey. Sin embargo, después de la siguiente cena, cuando Martín le pidió que le hiciera reír, el bufón le contó una historia sobre un joven ciervo al que se le había enganchado la cola en una rama. El rey se rió tanto que sufrió una asfixia que le causó la muerte.
Pierto Aretino, escritor italiano, ha pasado a la historia, no por obras destacadas, sino por el hecho de que se rompió la cabeza a causa de una larga carcajada y murió.